20.7.09

Viajes por España (I): Sevilla


Bajo un sol de justicia -como no podía ser de otro modo en Sevilla- regresábamos de tomar unas tapas de mediodía y de muy señor mío en un restaurante muy cerquita de la plaza dónde radicaba el hotel en que estaba instalada gentileza de mi editorial, y pensaba yo medio distraída por el sol y el salmorejo que ojalá a los lectores tan acostumbrados a vivir entre la herencia árabe y la realidad de hoy en el sur de España les gustara la historia que les cuento en La tierra de Dios. Si así fuera, me daba por satisfecha porque no hay nada más difícil que convertir lo cotidiano de la gente (bien sea la Historia o las pequeñas historias) en material de imaginación. Sevilla tiene sol, luz cegadora, azules implacables en el cielo, y orgullo en las calles empedradas. Di muchas entrevistas, pero sobre todo recordé que esta ciudad había sido capaz de cautivar a los califas de Córdoba y convertirse, en detrimento de ésta, en la capital del califato a partir del último cuarto del siglo XII. Que no es poco.

(Aprovecho para mandar un beso y dar las gracias a Carmen, que me acompañó durante todo mi día sevillano, y se preocupó de todo para que yo me despreocupara a gusto.)

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