14.5.10

Artículo en Muy Historia




Como sabéis, en el blog suelo alternar el comentario distraído sobre comportamientos humanos (y no tan humanos), tendencias editoriales, novedades y libros que me interesan, o anécdotas de la historia y de la Edad Media que me parecen llamativas. Estos últimos tiempos, debido a que me dedico más a fondo a escribir y difundir lo que escribo, creo que estoy cruzando la frontera de la información y adentrándome, para mi gusto más bien discreto, en la promoción. Sólo me cabe pedir disculpas por anticipado y escudarme, que no excusarme, aduciendo que este espacio está diseñado para contener noticias de mis libros, y por extensión de mis actividades creativas.

El largo preámbulo denuncia que preferiría tener más tiempo para una entrada sobre  el descubrimiento de pecios medievales en el Báltico, o el lunes que viene, hablaros de la historia que contienen las piedras de Roma dónde estaré este próximo fin de semana, si las  cenizas volcánicas son indulgentes. O bien detallar lo mucho que me está gustando la lectura de Nosotros, los cátaros, de Michel Roquebert, cuyo texto me está ayudando a preparar mi próxima novela. O el gozo que me produce contemplar el volumen Épocas medievales, del historiador Eduardo Manzano, cuyas obras anteriores tanto me sirvieron para dotar a La tierra de Dios de un marco histórico documentado.

Pero me temo que sólo tengo tiempo de contaros que estoy encantada porque este mes de mayo se publica el artículo "Mujeres de armas tomar" que escribí para la revista Muy Historia. Así que os recomiendo que lo busquéis, pues el número entero gira alrededor de la mujer y el poder en la historia hasta la actualidad, y contiene otros artículos igual (¡o más!) interesantes. En todo caso, quería contaros de este artículo porque es el primero que se publica de los que he estado entregando durante estos meses de trabajo tan diverso y, afortunadamente, divertido.


12.5.10

Etimologías dispersas

Desde que empecé a aprender inglés, hace ya más años de los que quiero acordarme, me llamaron la atención los "falsos amigos". Así se designan a las palabras del idioma de destino que se parecen, por su pronunciación o escritura, a una palabra del idioma original pero que no tienen el mismo significado. Me fascinaba el concepto, la belleza de la metáfora y la limpieza encapsulada: ojo, cuidado, no te fíes, parece una cosa pero es otra. Un falso amigo habitual: exit, en inglés, que no es éxito, sino salida. Hubo un tiempo en que los despistados miraban los umbrales ingleses y no sabían si debían jalear y aplaudir. Pero hoy viajamos todos demasiado, hemos visto demasiadas puertas con carteles en letras rojas que rezan EXIT, o demasiadas películas quizá, como para que nos las den con queso tan escurridizo.

Otra palabra, hablando del inglés, que siempre me ha gustado y que huele a falso amigo es accountability. Hunde raíces en lugares que parecen contables, pero de números y columnas sólo tiene el aire: es un contundente responsabilidad, y también es más: se cruzan en sus letras la ética y la gobernanza, la noción de que debemos responder de nuestros actos, ser responsables de los mismos, estar dispuestos a dar explicaciones y a justificar nuestras acciones. Es el balance moral que todos llevamos consigo, nos guste o no. En los gobiernos, es tarea obligada dar a los ciudadanos razón de sus actos. En las personas, es el equivalente a mirarse al espejo y ser consciente de sus acciones (o inacciones) y consecuente con ellas.

Así, el falso amigo accountability engaña dos veces: porque no es un mero contable y porque no todo el mundo es capaz de introducirlo en su vocabulario cotidiano. Después de todo, un idioma siempre es más que la suma de las palabras que lo componen.