25.3.10

El rostro de un rey


Estos días han saltado a las páginas de los periódicos los descubrimientos realizados por el equipo de arqueólogos y científicos que trabajan con el cuerpo embalsamado de Pere el Gran (1240-1285), que reinó sobre Aragón, Valencia, Barcelona y Sicília. Entre las múltiples pruebas que se le practicarán al cuerpo -aparte del TAC y otras ya efectuadas- está prevista una reconstrucción facial, como las que vemos en las series de policías científicos y parecida, seguramente, a la que se hizo con Cleopatra o Nefertiri y que ilustra esta entrada.

¿Por qué estremece pensar en los rasgos que tendría Pere el Gran? O cualquier otro ser procedente de nuestro pasado antiguo, si vamos a eso. ¿Cómo sería la cara de la Mujer X de Siberia, cuyo ADN mitocondrial es distinto del resto de homínidos de su tiempo? Los rostros del pasado, esculpidos para siempre en una gravedad helada, inmortal, quizá nos recuerdan lo fútil de las ambiciones humanas, lícitas y pequeñas. Tal vez en los ojos vacíos de una reina egipcia leemos la burla de nuestro propio futuro, hermano del mismo barro. 

Admiro el trabajo callado y deslucido del ejército de científicos de la historia, de las que en un tiempo fueron mal llamadas ciencias auxiliares como la paleoarqueología. Aunque la Historia de las Mentalidades hizo mucho por cambiar la perspectiva reduccionista de una historia estatuesca, del pozo de la tierra siguen extrayéndose pedazos de nuestro pasado que seríamos incapaces de comprender sin la labor de los arqueólogos, como símbolos de una piedra de Rosetta por traducir.

16.3.10

De listas y listos


Leo en los blogs anglosajones que la American Book Review, revista literaria fundada en 1977, ha emitido una lista de los peores cuarenta libros publicados. No he profundizado lo suficiente como para desentrañar qué periodo de tiempo abarca este análisis. El documento se puede encontrar en la página de la ABR: no es un listado al uso sino una serie de reseñas negativas que analizan el porqué de la mala escritura. Aparece D.H.Lawrence y su Women in Love, la cual confieso recordar más por la adaptación fílmica y por la presencia de Alan Bates y Oliver Reed. La lista sigue, implacable: por ejemplo, de Revolutionary Road de Richard Yates, el crítico que se ocupa de valorarla afirma que es mala porque ha sabido convencer a mucha gente de que es un buen libro. Y por supuesto, la lista se cierra con la consabida mención a El código Da Vinci.

Me sorprende esta iniciativa, no puedo ocultarlo. En nuestro mundo no-lector, sobran los dedos acusadores y me parecen mucho más bienvenidos los que señalan en la dirección deseada por el reseñador. Sé de muchos que, si no salen satisfechos de la lectura, sencillamente no la comentan. Es una forma menos agresiva y más sutil, pero igualmente eficiente, de crítica literaria.

15.3.10

Sinonimias



La mediocridad despierta al coleccionista de sinónimos que hay en mí.

sandez.

1. f. Despropósito, simpleza, necedad.

2. f. Cualidad de sandio.


necio, cia.

(Del lat. nescĭus).

1. adj. Ignorante y que no sabe lo que podía o debía saber. U. t. c. s.

2. adj. Imprudente o falto de razón. U. t. c. s.

3. adj. Terco y porfiado en lo que hace o dice. U. t. c. s.

4. adj. Dicho de una cosa: Ejecutada con ignorancia, imprudencia o presunción.



ignorancia.

(Del lat. ignorantĭa).

1. f. Falta de ciencia, de letras y noticias, general o particular.



presunción.

(Del lat. praesumptĭo, -ōnis).

1. f. Acción y efecto de presumir.

2. f. Der. Hecho que la ley tiene por cierto sin necesidad de que sea probado.


PS:Cortesía del Diccionario de la lengua española y su buscón.


12.3.10

En la muerte de Delibes



Recuperar el ejemplar descosido de "El príncipe destronado". Comprar su correspondencia con el editor Josep Vergés. Volver a leer su prosa enjuta en "El camino".  Conmiserarse de "Los santos inocentes". Contemplar la lucha de religiones en "El hereje". Quedarse parado frente a "La sombra del ciprés es alargada". Velar por siempre las "Cinco horas con Mario".

5.3.10

Las mujeres samurai



Entre papeles y libros, documentándome para un artículo con fecha de entrega (el trío de palabras más importante para un autor, después de disciplina y suerte), contemplo un grabado con la imagen de Tomoe Gozen, la mujer samurai (onna bugeisha) más destacada del período Heian en el Japón medieval. La descripción de Tomoe en el Heike Monogatari reza así: 

"Tomoe era especialmente hermosa, de piel blanca, pelo largo y bellas facciones. También era una excelente arquera, y como espadachina era una guerrera que valía por mil, dispuesta a confrontar un demonio o un dios, a caballo o en pie. Domaba caballos salvajes con gran habilidad; cabalgaba por peligrosas pendientes sin rasguño alguno. Cuando quiera que una batalla era inminente, Yoshinaka la enviaba como su primer capitán, equipada con una pesada armadura, una enorme espada y un poderoso arco; y ella era más valerosa que cualquiera de sus otros guerreros."

¿Por qué será que la mujer guerrera siempre es más valiente, más ardida y más feroz que los demás soldados? Pienso que será tal vez por la idea subyacente (llámese así o prejuicio) de que para empuñar un arma, hace falta que la mujer sea doblemente valiente, ardida y feroz pues se le supone que aparte de doblegar al enemigo, está venciendo a su naturaleza femenina. Hasta ahora mis personajes protagonistas han sido mujeres, aunque rodeadas de hombres, como no podía ser de otro modo en  la Edad Media. Y si las he dotado de valentía, es porque me parece que hay que serlo, y mucho. El mundo es peligro: tiembla el mar y se abren las entrañas del mundo; el eje de la Tierra cambia. Y sin embargo, los seres humanos sobreviven. Por Tomoe y por todos los valientes. Feliz viernes.

3.3.10

La hora bruja

 
 
En la Edad Media, cuando la oscuridad se comía hasta a las antorchas, lo nocturno era temido, lugar de demonios y hogar de brujas. Jorge Luis Borges tiene un poema sobre la noche dónde afirma que "nadie puede contemplarla sin vértigo". No sé cuándo lo escribió, si antes o después de que ésta le invadiera para siempre, pero me estremezco igual. La noche en que me hace pensar Borges no es la noche ciudadana, de neón y semáforo, sino a la que se encuentra montaña arriba o mar adentro, entre olas o en las cimas, cuando lo sacrílego es hablar porque cuando la Tierra manda, hay que enmudecer. Es la noche que abre la puerta de las brujas y la magia, escribir es la única alternativa lógica y los matices aburren como el color gris.

PS: El caos acompaña a la hora bruja: en economía, designa la coincidencia de distintos vencimientos  de pagos, que pueden producir altísimas volatilidades (otra hermosa palabra económica) en la Bolsa, pero para mí es igual de caótica y mucho más hermosa la dama Claudette Colbert, en la película tan apropiadamente titulada Medianoche, dirigida por Mitchell Leisen y con Don Ameche como galán. Un inmenso John Barrymore devoraba cuanta escena se le ponía por delante.